Cuando tu madre haya ya envejecido,
Cuando sus amorosos y esperanzados ojos
ya no vean la vida como alguna vez lo hicieron,
Cuando sus pies, ya cansados,
No puedan ya sostenerla mientras camina -
Entonces, entregale tu brazo en apoyo,
Acompáñala con alegría,
Vendrá la hora en que, sollozando,
deberás acompañarla en sus últimos pasos.
Y si algo te pregunta,
entonces dale una respuesta.
Y si te pregunta denuevo, ¡háblale!
Y si te pregunta aún otra vez, respóndele,
No impaciéntemente, sinó con gentil calma.
Y si no puede ella entenderte con claridad,
explicale todo con gentil alegría.
Vendrá la hora, la amarga hora,
en que sus labios no preguntarán nada mas.
Adolf Hitler, 1923.
La lucha continua.
Hace 4 años
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